viernes, 2 de enero de 2015

Conoce sobre Medicamentos, Medicina e Industria Farmacéutica

En primer lugar permítame enfatizar que aparte de ser un Profesional de la Salud, Médico Homeópata, Homotoxicólogo, Terapeuta Neural y otras Especialidades en Medicina Natural, Alternativa y Complementaria, soy sobre todo, un ser humano con el deseo de mantener este mundo intacto. He tenido el privilegio de contribuir en diversas áreas que creo permitirán a la humanidad construir un mundo más sano y, ojalá, más pacífico. Mis aportes en el área de la Salud Natural, Prevención y Tratamiento de enfermedades cardiovasculares, articulares y emocionales, nos permitirán erradicar en gran medida una variedad de enfermedades cardiovasculares y afecciones  relacionadas, para ésta y las futuras generaciones de la humanidad.

Una segunda contribución a la humanidad ha sido mostrar que la industria farmacéutica es la mayor industria de inversión sobre la tierra, que mantiene y promueve uno de los mayores planes de engaño y de fraude en la historia de la humanidad. Mientras la publicidad promete “salud”, el mercado de esta industria de inversión es la existencia y expansión de enfermedades. La prevención, el tratamiento de la raíz del problema y la erradicación de las enfermedades amenaza el “negocio de la enfermedad" de las farmacéuticas y, por lo tanto, el llamado “cártel farmacéutico” lucha contra ello.
En una presentación pública en abril del 2007, formulé por primera vez en un congreso de la O.M.S.P. en Buenos Aires; un aleccionador análisis que decía que la propia industria que reclama el monopolio en “salud mundial”, es por sí misma el mayor obstáculo para que los habitantes del mundo disfruten de una vida sana.
El tercer logro que considero de interés es el hecho de que fui capaz de propagar esta información y este análisis vital a escala mundial. Este hecho se volvió tan amenazante para el multimillonario grupo de inversión farmacéutico que ahora busca fortalecer su dominio mundial sobre la gente con la ayuda de la fuerza legal, por medio de leyes que les protegen y omisión de los derechos civiles.

Comencé en la investigación convencional profundizando en las causas de las enfermedades cardiovasculares a raíz de que varios familiares habían muerto de infartos súbitos. En esa época se pensaba que los niveles altos de colesterol constituían la causa principal de los infartos y derrames.

Bajo la influencia de los fabricantes de fármacos que disminuyen los niveles de colesterol, se dijo a los médicos que los niveles altos de colesterol dañan las paredes de los vasos sanguíneos, volviéndose cada vez más gruesas hasta llegar a bloquearse, provocando infartos y derrames. Hoy sabemos que esto era tan sólo otro argumento de marketing.

Si el colesterol alto dañase las paredes de los vasos sanguíneos, lo haría a lo largo de nuestro sistema circulatorio sanguíneo, no sólo en el corazón o el cerebro. También tendríamos infartos de la nariz, la oreja, las rodillas, los codos, los dedos y cualquier otro órgano del cuerpo. Claramente no es el caso.

Posteriormente, siguiendo investigaciones de prestigiosos científicos, comprobé que las enfermedades cardiovasculares son prácticamente desconocidas en el mundo animal, mientras que entre los seres humanos es la principal causa de muerte.

Ellos lograron comprobar que los animales producen en sus cuerpos su propia vitamina C para producir las moléculas de refuerzo llamadas colágeno. Cuanta más vitamina C, más colágeno, más estabilidad para las paredes de nuestros vasos sanguíneos, menos infartos. Los animales raramente tienen infartos porque producen cantidades suficientes de vitamina C en sus cuerpos.

Los seres humanos no podemos producir ni una sola molécula de esta vitamina y, frecuentemente obtenemos muy pocas vitaminas de nuestra dieta, arriesgándonos a que nuestro sistema circulatorio se debilite y exponiéndolo al desarrollo de depósitos que se desarrollan en zonas donde nuestros vasos sanguíneos están expuestos a estrés mecánico, como las arterias coronarias del corazón al latir.

Los descubrimientos científicos que se cruzaron en mi camino fueron la razón más importante por la que dejé la investigación convencional y me centré en las moléculas que son más eficaces para prevenir y curar las enfermedades, las moléculas creadas por la propia naturaleza y que se requieren para el funcionamiento óptimo de las células.

El seguimiento acerca de la naturaleza de las enfermedades cardiovasculares, causa de infartos y derrames, fue sólo el principio. Al entender que las vitaminas, los minerales, algunos aminoácidos y elementos traza se necesitan como “gasolina” biológica para millones de células de nuestro cuerpo, se hizo obvio no sólo se podían prevenir las enfermedades de las arterias coronarias y los infartos, sino varias otras de las más comunes en la actualidad.
Escribo “lo que más me llamo la atención” porque, aunque he dado muchas conferencias sobre este tema; quizá sea interesante cuestionarse ahora lo que tenemos para encontrar vías alternativas o nuevas por las que transitar en busca de salud. Hay algo que falla hoy. La medicina, por lo general, divide el organismo de las personas en partes y cada una es cubierta por una especialidad médica. No se contempla el todo cuando es evidente que el daño en una parte puede indicarnos que algo va mal en el todo.

Por lo general también, cuando se detecta el daño en una parte se trata de combatir los síntomas con un medicamento (que por cierto, actúa en el todo, de ahí que podamos “arreglar” una cosa pero creamos otro problema en otra parte).

El fármaco es un mito del actual sistema sanitario, la píldora mágica (en el peor sentido del concepto pues hay muchos medicamentos que se usan sin evidencia científica de su eficacia ni de su seguridad) que nos va a salvar.
Pero no es así y lo estamos viendo en las últimas semanas en el blog con las actualizaciones sobre los daños que provocan muchos tratamientos.

Se olvida así que aliviar síntomas no significar curar. Podemos esconder los síntomas pero una verdadera medicina buscará las causas del daño. Estas, muchas veces pueden tener que ver con el ambiente en el que vivimos (y sus diferentes contaminaciones), con nuestro estado mental y con factores sociales (la calidad del trabajo o las circunstancias en las que se desarrolla el mismo, por ejemplo).

Hay que crear un nuevo paradigma médico en el que las personas sean el centro de interés y no que parezca que estas están al servicio de los aparatos de diagnóstico y los tratamientos. Que nos hagamos responsables de nuestra salud y cuando nos haga falta consejo médico. este sea para buscar las causas de nuestro malestar y se actúe con la mejor evidencia (pruebas de eficacia) y el menor daño posible.

Debemos entender que a nuestro alrededor, en la naturaleza, existe toda una farmacia natural que puede curar cualquier dolencia y sin efectos nocivos, secundarios y sin daños colaterales para otros órganos. Aprendamos a conocerla, utilizarla y difundirla.
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